Exégesis del Conferencista (2008)

Exégesis del Conferencista

Performance-conferencia leída en el Museo Carrillo Gil, Mexico, DF, con motivo de la Fiesta del Asno, que tomó lugar el  25 de julio del 2008. El siguiente es el texto de la conferencia-performance junto con las imagenes, varias de las cuales provienen de obras de la colección del museo.

Performance-lecture presented at the Museum Carrillo Gil, Mexico City, as part of the project The Feast of the Ass, which took place on July 25, 2008. Following is the full text of the lecture along with the screened images, many of which are from works from the museum’s collection.


Damas y Caballeros,

Los antiguos griegos tenían nueve musas: Caliope, la musa de la poesía heroica; Clío, de la historia; Erato, la musa de la poesía erotica, Euterpe, de la poesía lírica; Melpomene, la musa de la tragedia; Polimnia, la de la canción sagrada. Pero los griegos olvidaron una décima musa, que no era Sor Juana, sino la musa de los conferencistas de arte. Hablaremos hoy de aquella musa, y de como ella debe de ser invocada.

Qué significa dar conferencias sobre artes visuales? Puesto que el arte, es visual, cual es el objetivo de ponerle palabras, e inclusive, pretender que esas palabras explican, describen, o peor aun traducen, lo que uno esta viendo? Lo primero que debe de saber el conferencista es que el dar una conferencia es una tarea utópica, platónica, donde trazamos sombras de lo que es imposible entender de lleno. Hoy veremos qué debe de hacer el conferencista experto, como él se convierte en musa.

El conferencista experto entra a la sala de forma ceremoniosa. Su público lo aguarda, ansioso por una experiencia transformadora, a veces aburridos, porque otros los trajeron, porque necesitan una calificación, porque solo vienen a la fiesta, o porque son exploradores espirituales en busca de iluminación y de guía, o porque son críticos en busca de algo qué criticar. El conferencista sabe todo esto, y cuidadosamente, lentamente, seguramente, toma el escenario.

El escenario. El escenario se puede comparar a un acantilado, donde uno se siente desnudo como un pollo desplumado, siendo observado minuciosamente por el público. Es deber del conferencista el vencer este miedo y esta percepción.

El público por naturaleza es rebelde, y lo cuestiona todo. Por eso el conferencista debe de poner el orden estético, histórico, racional, entre la confusion intellectual que predomina en la sala.

Si el conferencista cumple su objetivo, logrará la confianza y la absoluta sumisión de su público, al grado que cualquier frase que salga de su boca sera considerada como una profesía sagrada.

El conferencista es un compositor, en el sentido clásico, construyendo su conferencia a la manera de una sinfonía, o de un edificio de corte clásico. Si está bien construida, la conferencia se vuelve un edificio perenne de memoria. Pero sin una fundación temática convincente,

una conferencia de arte se puede colapsar como una caja sin fondo, y el conferencista experto lo sabe. Algunas pueden estar huecas en el medio y quizá no sean de interés a nadie.

De manera que hay que hacer como haría un conferencista experto, y usar imagenes para hablar en metáforas, con el fin de entender qué es lo que constituye una gran conferencia y como se invoca a la musa de los conferencistas.

¿Qué es lo que espera el público de una conferencia de historia del arte? La respuesta es que muy poco.

La mayoría vienen con pocas expectativas, con la misma energía con la que uno asistiría a un velorio. Esto no es de sorprender, dado que la mayoría de los conferencistas, después de todo, muestran la misma pasión por su discurso que la de un cadaver.

Se tiene la preocupación entre el público que el conferencista lo cargue de datos, dándole toda clase de fechas, nombres, y definiciones extrañas de periodos y estilos y filósofos post-estructuralistas franceses para que los llevemos a cuestas indefinidamente, y los cuales se nos preguntarán al final de la presentación. Pero el conferencista experto lo sabe, y en vez de esto, se asegurará que la conferencia se sienta como

un paseo agradable por la playa, un viaje leve y refrescante a través de los horizontes y las sensuales olas de la historia del arte.

Pero esto no quiere decir que el proceso será fácil para el público. El buen conferencista se asegurará que el público se vea a sí mismo en el espejo, contemplando nuestros deseos, nuestros intereses y nuestros miedos, como explicaré.

Pero primero tenemos que determinar qué es lo que un conferencista experto NO debe de ser, y cómo podemos identificarlo. He aquí a continuación algunas categorías que hay que eludir.

Hay que cuidarse del conferencista autoritario, aquel con la voz monótona y dictatorial, con la cual nos da los datos, los títulos, las fechas y los estilos, la mayoría de los cuales olvidaremos después de algunos segundos. Cuando habla el conferencista autoritario, sentimos la presión de aprender por miedo. Nada de lo que le digamos al conferencista autoritario puede ser correcto. Aquellos que buscan una experiencia sadomasoquista, y sufren de síndrome de Estocolmo, quizá disfruten a este conferencista.

Está el conferencista miope, el que describe las imágenes tal cuales.

El conferencista miope tiene la dificultad de encontrar sus propias ideas, de manera que se se especializa en llenar sus conferencias de citas, y frases tales como “como Kant, diría, el arte es importante para la sociedad”, o “como estipula Gombrich, hay que analizar la pintura de hoy.” Al mostrarnos una pintura de una mujer de vestido rojo, el conferencista miope nos dirá: “esta obra representa a una mujer de vestido rojo.”

El conferencista solipsista tiende a ser un gran actor, que, como un mago, logra convencer a su público que solo él es su propio público, y que el publico que lo rodea no existe. Como resultado, el conferencista solipsista se abandona en los placeres de la autoescucha, elaborando y amplificando sus teorías. Debido a que los conferencistas solipsistas no se tienen que preocuparse de que sus conferencias le sean inteligibles a nadie mas que a ellos mismos, sus presentaciones adquieren un matiz curioso de fluir de consciencia, una lógica de sueño, moviendose de un tema a otro sin problema.

El público que asiste a las conferencias solipsistas deben de apreciarlas por su calidad textural, y no preocuparse por sentirse expluidos, puesto que todos, de hecho, estan siendo excluidos.

El conferencista aprehensivo es aquel que ha aceptado dar una conferencia pero que tiene pánico escénico y animosidad ante el público, prefiriendo escapar de ellos. Tratarán de imaginar a su público desnudo, sin éxito. Buscarán protección con todo lo que tengan, escondiendose detras del podio, sus powerpoints y sus notas, donde esconderán su cara como protección.

El conferencista evasivo puede ser muchos a la vez, sin ser ninguno de ellos en algun momento en particular, sin comprometerse a idea alguna, usualmente bajo el argumento de que todo argumento es relativo. El conferencista evasivo por lo general viene de “buena familia” y por consiguiente tiene mala educación , por lo que suele ser desagradecido con sus anfitriones, diciendo por ejemplo que no sabe por qué ha sido invitado a hablar sobre este u otro tema, que su asistente o su galería se equivocó preparando el powerpoint, que la estática del microfono lo distrae, que el agua que le dieron para beber no es Evian, que la impresora imprimió las páginas de la presentación en el orden equivocado, o que su gato se paró en su computadora, escribiendo frases o afirmaciones que no está preparado a explicar.

El conferencista infantilista es bueno, pero quizá demasiado bueno, para su público, mostrando un tipo de condescendencia que es similar al de una madre amamantando a su hijo, dandonos a entender que quiza algun dia llegaremos a saber tanto como él. Si uno ha olvidado lo que representaba estar en primaria, o si alquien quisiera saber lo que es estudiar en un orfanato católico, esta experirencia la puede proveer el conferencista infantilista.

Esta el conferencista nihilista, que busca destruir las ideas de todos los demas, sin proponer ninguna nueva, dejando al publico en un estado de vacio existencial.

Y finalmente tenemos al conferencista fast food, o tambien conocido como el conferencista seductor, oradores talentosos que nos embelesan con sus complejas y hermosas frases que parecen tener sentido y perfecta claridad. Sus explicaciones parecen iluminarnos, pero como la comida rapida, el sabor inicial rapidamente se torna en grasa, y como ese beso furtivo pasa de darnos placer a darnos confusion. Hemos olvidado todo, y nos hemos quedado con la impresion de habernos perdido el platillo principal.

Pero el conferencista experto sabe esto, y por ello utilizará su conocimiento para prevenir estas fatales tendencias que hemos descrito. El deberá de luchar primero contra

los demonios del powerpoint. Una vez hecho esto,

El Habrá de utilizar sus habilidades para envolver a su publico gradualmente en un mundo de fantasia.

De manera que en vez del beso furtivo, el conferencista deberá de

coquetear con nosotros, aventándonos una sandalia de conocimiento para comenzar la seduccion.

Acto seguido, el conferencista nos hará sentir relajados, como si estuvieramos compartiendo la más casual de las intimidades.

Con el conferencista experto lograremos visitar los pasajes más recónditos de la historia del arte,

Su voz habrá de capturar completamente nuestra atención al grado de sumirnos en un estado totemico de total concentración espiritual,

El fluir de sus conceptos, cual prodigioso río que crece, nos ayudará a romper con nuestros prejuicios históricos,

Y el crescendo de su narrativa  habrá de culminar, como una sinfonia, llevandonos a un éxtasis extremo, una explosión de claridades de relaciones entre ideas.

Sus palabras nos ayudarán a sentirnos para siempre transfigurados, como si hubiésemos pasado por un filtro de geometrías insospechadas,

El abrazo intelectual del conferencista no es ya el furtivo, sino el sincero, el cálido abrazo del verdadero amor por la historia del arte y sus ideas,

y al final de la conferencia, cuando el conferencista yace exhausto, podremos reflexionar sobre nuestra experiencia,

y como si despertásemos de un sueño, comprenderemos que una conferencia no es sino eso, una conferencia, y que la complejidad del mundo aún está ahí para que nosotros la desmenuzemos en persona,

al final del dia estaremos todos en el escenario, nutridos de los otros, y sabremos guiarnos a traves de nuestras circunstancias historicas y personales, apropiándonos del drama del arte como el nuestro, sabiendo que un mundo sin arte es un mundo sin ambiguedad,

La conferencia se convierte no ya en una hora de aire vacío, o un montón de palabras en un auditorio, sino en un lugar de la mente y del tiempo, donde se facilita una comunion de grupo.

Donde aprenderemos a usar nuestros ojos intensamente, sedientamente, obsesivamente, hasta que nos duela mirar,

Que compartamos por el momento la impresion de que somos parte de un juego de salon, en una conversacion con personas que vivieron muchos años antes y que sin embargo hablan de las mismas cosas,

Lo que el conferencista nos esta pidiendo que hagamos es que veamos por nosotros mismos. Mientras vemos a la obra y nos vemos a nosotros mismos, nos volvemos los actores, los modelos, y los narradores de la obra. Si en el mundo los roles siempre se alteran, por qué no en el arte? si al alterarlos descubrimos un poco más acerca de quienes somos.

Wittgenstein dijo que de aquello de lo que no se puede hablar, mejor es callarse. Pero si solo sabemos que no sabemos nada, y si sabemos que en el arte la verdad pura no existe, entonces hablar entre nosotros sobre arte se vuelve un proceso liberador. Y seamos quien seamos, nuestras palabras nos ayudarán a invocar a la musa.

aquella figura rara que debe de combinar conocimiento, ignorancia, teatro, magia, y sobre todo, sinceridad. Y sabemos que la hemos encontrado cuando e han invocado la fusion de las otras musas: la poesia heroica, la historia, la tragedia erotica, y la cancion sagrada.

Cierto, rara vez esta musa aparece, cada vez parece más extinta, a veces nos sentimos abandonados por ella, pero de vez en cuando, cuando al ver una obra nos entra un mensaje a la mente, cuando oimos un comentario y nos estremecemos levemente y nos inpiramos por algo que vimos u oimos, es entonces cuando sabemos que está ahí.

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