Visitación ( poema, c. 1999)

Visitación

Y he aquí la providencia: se me presentó en mi cuarto,

que aún a la brisa de la tarde se entregaba,

con la noble belleza de Juno, o de Minerva, o de otra vestida de blanco,

y así me trajo el hondo río de su océano.

Después de que una, y muchas veces la observé,

ví que era un instrumento extraño,

pues no sólo producía los extraños acordes del laúd

sino que abrigaba flores de ecos sentimentales y acaso ridículos

—como un Pinkerton que no sabía lo que haría si Butterfly no lo esperara.

mientras la música cedía  a la condición informe del   agua

y mi expresión de incredulidad no cambió a lo largo de la obra,

me clavó las uñas, me destrozó las garras, me sangró mis encías.

La historia, hay que decirlo,  se mueve como el reino vegetal,

aunque difiere en su esquema estructural de mayor anchura.

Pero quizá porque un cuadrado grande es cuatro veces un pequeño

o porque el sol de la tarde brillaba en los campos de Itaca,

o porque uno alimenta con cariño a sus remordimientos,

o porque quería concluir la composición con el acorde previsto

cuando mi muerte era dada por un hecho

—  y a sabiendas que el tema no puede ser agotado— me dijo:

“siempre ha de haber algún tonto que nos escribe versos”.

Tags: , ,